About

Blogroll

miércoles, 25 de diciembre de 2013

I

Sé que me conoces y sabes que estoy feliz aquí, que cuando se asoman los vientos de cambio no me desocupo ni me cambio de ropa y se hace tarde para moverme usándolos de medio de transporte. No es el único bus que pierdo por andar teniendo suerte, por reconocer que estoy colorada en la cara y entender mi momento, gano muchas certezas porque nunca cambias, entonces te presiento en el aire y en lo sucesivo del tiempo, te veo llegar antes de que nazca el minuto y por eso me muevo lento. Algunos dirán que me olvidé de los relojes porque conozco el trayecto que sigues, que soy sabia si sabio es el que comprende lo que tiene enfrente, pero no estoy más delgada ahora que entiendo más allá de los malentendidos ni me volví más ligera por perder del cuerpo el peso de vivir a base de la espera, cuando esperar es un aire dulce que te planta y te libra de movimiento. No espero pero sigue siendo poco lo que me muevo, hace mucho que no me volteo y cuando te di la espalda fue para mirar al que me dijo que luzco terrible cuando te desatiendo.
No me reconozco pero estoy presente aquí. Pisar el suelo y no revolotear nos vuelve crudos como una mezcla en su primer instante, me voy entonces pareciendo a un símbolo o a un concepto, en lo firmes, en lo constantes, en lo enamorados del mismo estante lleno de acciones que archivamos como libros para no olvidar cómo se conectan y decirnos “espero que esta madera nos aguante”. Me afirmo tanto que me crezco raíces, ya no permanezco en el piso porque lo pise cuando pasamos, nazco del núcleo de la tierra y es después que salgo.
Me vuelvo tan solemne que digo “¿qué tal?” y lo confunden con retazos de una canción patriótica, y mi nombre suena a arcos y liras, a cuestiones importantes, a melodías de fondo que se necesitan.
Cuando por fin me descubrió el viento que cambia los rostros, tenía puesto el mío propio y ninguna mueca me pudo disfrazar. Y todavía apegada al calor que hace abajo, con los pies llenos del barro del que nacen todas las flores, alojada en la calidez primitiva del comienzo del mundo, te voy dejando de cuidar porque no puede ser legal, que suene también mi voz cuando se escuche el himno nacional, por televisión y en la oscuridad después de la medianoche.
Febrero, 2012